domingo, 5 de junio de 2016

1619-2019

1619-2019 efemérides de un hito histórico orpesí: El asalto pirata y la devastación de la Villa en 25 de septiembre de 1619
Falta poco para conmemorar el 400 aniversario de un luctuoso hecho histórico que sucedió en Oropesa, poniéndola al borde de su desaparición, y en trance de acabar con aquella repoblación de 1589, a duras penas restablecida en 1611, dejándola nuevamente en localidad fallida, sin presente ni futuro, como resultado de la desolación y mortandad de aquel día.
Poblamientos y despoblamientos que en dolorosa sucesión nos da una constante, quizá ignorada, seña de identidad como población: la obstinada tenacidad de sus habitantes por arraigarse y prosperar contra todo pronóstico y a pesar de toda contrariedad adversa.  Basta repasar el pasado de nuestra Villa en estos siglos XVI al XXI para denotar el esfuerzo de sus habitantes por sobreponerse a la dificultad y la desgracia ocasionada tanto por enfermedad o guerra como por la escasa vialidad económica de sus recursos que la mantienen siempre débil, con escasa demografía y en tan pobre subsistencia que solo podía subvenir a sus necesidades con la sola ayuda de sus propios medios y trabajos agrícolas no siempre suficientes.

El relato de lo que aconteció en aquella trágica jornada se ha rodeado de cierta leyenda que anida entre la
población: que si los jóvenes estaban fuera recogiendo juncias y ramajes para adornar la población en sus fiestas patronales, que si la imagen fue dañada y recompuesta con gran habilidad y “paciencia” por las monjas de un convento valenciano y de ahí cambiaria su advocación, etc. etc., nada de eso está probado, ni nada de eso se deduce de los informes coetáneos en relato y noticia del ataque. De hecho no hay referencia a ninguna imagen religiosa concreta sino al desagravio por las sagradas formas que se encontraron desparramadas por el suelo quizá arrojadas más por robar la arqueta que las contenía más que por ultraje consciente aunque la connotación religiosa está siempre presente en los conflictos de esa época;  El Consejo de Aragón informa al rey Felipe III en 2 de octubre del suceso, relatándole con detalle la lucha y expresa:“ha sentido como es razón este suceso, y lastimado le que pereciese en él tanta gente y pobre y miserable y sobre todo que se profanase la iglesia con tanta irreverencia del santísimo sacramento y tal maltrato de las santas imágenes…” 
Aquella gente humilde (que es descrita en lenguaje de su tiempo por pobre y miserable y cuyo aspecto sería parecido a este bodegón de Velázquez en 1618) tenía nombre y apellidos. Alguno nos ha llegado a nosotros “La desgrasia y mortaldad per la cautividad desta Vila que de morts a soles foren 47 persones, aso es, menos dos que mataren los moros, tots cremats; los que mataren son Pere Vidal Bale en una escopetà y Ursola Caudal de Martí fon a 25 de setembre 1619” y, como víctimas, su número estremece por cuanto supone no solo un altísimo porcentaje de población sino la casi totalidad de mujeres y niños. Solo 4 años después, en 1623, el cuadro de Oropesa nos pintaba a los supervivientes y se describía así: ..Esta la Vila tan despoblada com es notori despres que caturaren los moros de la Mar casi a tots los vehins del que acudint com acudixien los que son soldats a la guarda de les torres, lo pastors als ganados y los que tenen terres que cultivar al procur delles resta la Vila casi del tot despoblada, moltes vegades y quant molt y ha de quatre a cinch persones en ella, perque sols son deset los que han restat…
Está la Villa tan despoblada, como es notorio después que capturaran los moros de la Mar casi a todos los vecinos, que acudiendo, como acudían, los que son soldados a la guarda de las torres, los pastores a sus ganados y los que tienen tierras que cultivar al cuidado de ellas, queda la Villa casi del todo despoblada, muchas veces y cuando mucho hay de 4 a 5 personas en ella, porque solo son 17 los que permanecen…
Durante el siglo siguiente el vecindario apenas supera la centena de habitantes y solo llegará al millar con el inicio del XX, para estabilizarse en los 3.000 a su final. El censo inflará de forma anómala a un máximo de 11.000 habitantes en la primera década del XXI para disminuir desde entonces.
El presente de Orpesa es peculiar ya que su aparente crecimiento es tan solo un postizo añadido de arraigo vecinal dudoso o al menos con apariencia de eventual por razones fortuitas o de conveniencia, sin garantía de permanencia y continuidad residencial.  En efecto, aunque su censo vecinal ronda los 9.000; esto es consecuencia de esa población sobrevenida, en su mayor parte por emigración laboral que está compuesta casi a partes iguales de rumanos y norteafricanos que, por si sola, supone un 50 % de la población y del otro 50% solo podemos constatar que si descontamos la parte que procede de aquellos jubilados que proviene de una 2ª residencia anterior nos queda una Oropesa real no muy diferente al número que ya había en la última década del XX lo que apunta a que la efeméride apenas es conocida, ni sentida como propia, por menos de una cuarta parte de los habitantes presentes.
Como todo, en España lo que debiera ser causa de unión y de cohesión social se convierte en factor opinable y de confrontación; dividiéndose la gente en fragmentos irreconciliables con debates estériles y frustrantes que abortan toda iniciativa malográndola ya desde su propuesta. Unos centran la efeméride solo en el plano religioso abundando en el lirismo hacia la imagen de la Virgen y enfatizando todo bajo el tipismo y costumbrismo floral; otros, precisamente por ello, por beligerancia o prejuicio ante cosas de iglesia, se despegan y distancian de toda evocación o rememoración histórica sin saber entender que todo enfoque tiene cabida dentro del contexto histórico siempre que forme un conjunto con otras visiones; hay botarates que lo enfocan desde la perspectiva del juego lúdico-festero convirtiendo el desembarco pirata en ocasión divertida de chapuzón playero donde banalizar el drama, glorificar a los agresores por idealización pueril simpática de los agresores e ignorar a las víctimas. (Hay mentecato para quien la carnavalesca pantomima disfrazada de moros y cristianos en sus filas de pasacalle comic- fantasioso es como ambiente o reconstrucción histórica)

Súmese a todo el panorama los indiferentes, que son ajenos a todo porque nada les motiva ni da sentido de pertenencia y orgullo por formar parte de una colectividad y comprenderéis porque la ocasión se perderá entre el disparate y la nonada quizá porque no damos más de sí y hablar de señas de identidad que aglutinen a la gente no entra en el concepto evento y fiesta o atractivo turístico.  


Arsa pilili, que grasia tié la cosa: las festeras con sombrero cordobés, todos en pasacalle delante de la banda, reparto de coca, moscatel y chocolate, castillo de fuegos p’a los forasteros y verbenas o disco-móvil p’a la juventud.