No mejoramos. El llamado Fin de semana de la Juventud,
institucionalizado por la boba complicidad de muchos, se convierte en laico Triduo al botellón (aclaro: Triduo
viene de tres y tri-duo sería 3x2=6) Se trata de asunto entreverado de negocio
privado en competencia desleal con la hostelería local, usando instalaciones
comunales para su actividad, enmascarado de oenegé juvenil sin ánimo de lucro
bajo cobertura-pantalla asociativa de
Agrupación de collas (cuadrillas y/o
pandillas); con toda la bien intencionalidad social de evento, bendecida municipalmente por la concejalía de
eso que para los políticos significa Juventud, o sea, un voraz consumidor de
ocio noctívago al que hay que apaciguar-mimar como caladero de votos subvencionándole
toda anestesia que les mantenga en pulsión bajo esa tormenta hormonal siempre
insatisfecha.
No, no mejoramos porque mantenemos a nuestros jóvenes aletargando
su vacio presente con siempre lo mismo: música y alcohol que en ruido ambiental
les oculte que no cambiaran su futuro incierto e inseguro. Para coña del tema
en el pasquín se olvida decir en qué mes y en qué año celebran tal agotador
programa de comidas y sorteos con ese trasnoche tan sostenido y…, a mayor sin
sustancia, los intitulados Patrocinadores en su papel de pagafantas añaden esa
línea candorosa de legalismo moralizante “Bebe
con moderación, es tu responsabilidad, prohibido el consumo de bebidas
alcohólicas para menores de 18 años”.
No tenemos remedio ¿qué pinta una
Asociación cultural en todo esto metiendo una gimkana (quizá querían decir
gymkana) post cena? Hubo un cínico que definió la Juventud como la única
enfermedad que se curaba solo con el paso del tiempo pero sospecho que eso no
sucede en mi aldea. ¿por qué le llaman disco-móvil si siempre nos dan por saco a los de siempre al hacerla solo en el multi-usos? (carpa no de múltiples usos sino de un solo mismo uso múltiples veces para desesperación insomne del vecindario) Nos merecemos todos una buena colleja para
mejorar lo inmejorable.
De famosos y conocidos vistos antaño por Oropesa: El
ansia tontiloca de muchas localidades por ser lugar conocido o reconocido como
Destino turístico u lanzar anzuelo seductor como objeto de ensueño, les lleva a
asociarse con lo que sea con tal de popularizarse y ser nombradas. Siempre
viene bien que se sepa que un famoso veranea en tal lugar por cuanto es un
gratuito reclamo publicitario añadido… aunque también los hay famosos de pago y
esa estratagema comercial nunca acaba de convencer porque por muy guay que
salga el anuncio en el receptor flota la sonrisa mercenaria ¿alguien recuerda
haber visto a la Mourreau o a la
Igartiburu tomando el baño por aquí? No, no me refiero precisamente a eso que
hoy se llama Celebrities, gentes que aportan un falso glamour de cotilleo en “famoseo”
vulgar. Por fortuna aun no hemos llegado a un Oropesa shore ni a un chiringuito
de lo que sea, donde bajo populachera serie televisiva, supuestamente rodada en
un lugar, se quiere tener lo chusco como propaganda… pero yo quiero recordar a
gente afamada en su oficio, prestigiados por su maestría y que con la
discreción propia de su mérito personal son conocidos y reconocidos por su
labor, que no por el cotilleo de sus vidas publicadas. Gente que vino por aquí como elección
personal, con discreción y señorío, sin alharaca ni tronío superfluo.
Hubo un tiempo…A finales de los 60 con menos de quince años de edad
me acerqué a saludar a unos bañistas de la Playa de Oropesa en quienes reconocí
a los que habían sido mis profesores en el Instituto turolense allá por el
63/64. Uno de ellos era José Antonio Labordeta (1935-2010) que aun
no era conocido por sus facetas de cantautor, político y esa tardía popularidad
(entre 1995 y 2000)
que le dio fama en aquella serie televisiva “un país en la mochila”. También
fue visto más de una vez veraneando por Oropesa al actor José
Luis López Vázquez (1922-2009)
quizá porque ya en 1954, bajo la dirección cinematográfica de Luis García Berlanga (1921-2010), había
conocido la zona en Benicasim (Hotel Voramar) durante el rodaje de la película Novio
a la Vista.
De Berlanga diré que quiso afincarse entre nosotros, comprando
un solar donde construirse un chalet que lo situaba con privilegiado acceso a
una, abandonada y recoleta, cala entre Orpesa la vella (vieja) y el túnel o
puente de los vizcaínos. De sus tormentosas y cansinas gestiones con la
burocracia municipal le debió quedar regusto amargo por cuanto que, una vez ya
establecido y afincado, le proyectaron un puerto deportivo cegándole vistas y
anulando cualquier expectativa
residencial que hubiese tenido por motivación residencial y en esa pugna Berlanga
acabaría tirando la toalla renunciando a Oropesa. Atrás quedaría algún intento
cultural con su colaboración como la Semana del video del CIT (Centro
Iniciativas Turísticas) por los 80 que alguien podrá relatar mejor que yo.
Oropesa por aquellos años tenía una plantilla
funcionarial municipal que apenas suponía un alguacil-pregonero, un pasante o
escribiente en tareas de ocuparse de todo no solo por ser el único sino porque
todo pasaba por sus manos ya que la plantilla política apenas recordaba nada de
lo que se llevaba entre manos al ser más fácil decir: eso lo lleva fulano.
Berlanga tenía como firma de autor en sus filmes el meter una frase en guión
que citara al Imperio Austrohúngaro aunque no viniese a cuento y desde que se
relacionó con Oropesa también aparece algún personaje secundario en plan de
auxiliar-ayudante-ejecutor de encargos-conseguidor al que siempre llama
Palomero. Así ocurre en La Vaquilla y alguna Escopeta Nacional. La
causa es que el secretario in pectore
de Oropesa, el personaje al que continuadamente se le remitía a Berlanga para
toda gestión municipal era José Palomero
Nicolau (1928-1987), administrativo local en plan todoterreno o general purpose por décadas, con el que
se escudaban todos ante cualquier contratiempo.
Así es, así fue, así lo cuento.