Rememorar y conmemorar
el pasado histórico orpesí
Bien está cuanto se haga por mantener
memoria de nuestra historia local y debo saludar al Concejal que promueve el
esfuerzo municipal de recordar el pasado orpesí al engalanar el castillo con
motivo de la fiesta del 9 de Octubre (Día
de la Comunidad Valenciana) aunque conviene divulgar y explicar la
simbología para ahorrar esa confusión innata a la gente poco formada y menos
informada, pues algún vecino ya toma este ornato por conmemorativo del asalto
berberisco sufrido en 1619.
El 9 de octubre se conmemora la rendición de la Ciudad
de Valencia musulmana a la hueste cristiana de Jaime I en 1238 y,
aunque se tenga por fecha culmen de la reconquista lo cierto es que este
proceso duró varias fases, en doce años desde 1229 a 1245 e incluso más.
Para Oropesa ello le supuso una ocupación cristiana en fecha
incierta de 1233 tras la caída de Burriana
(mayo-.julio) de cuyas resultas todas las posiciones musulmanas del norte
valenciano hasta Peñíscola cayeron, pacíficamente por rendición, durante el
resto del año sin que sepamos ni el cuándo ni el cómo ocurrió, pues es tan
posible que Orpesa se rindiera como que fuera ocupada por abandonada, pero si
es posible afirmar que no debió haber lucha pues ni se conserva Pacto escrito
de capitulación. Cualquier intento de recrear aquellos hechos es una voluntarista
ucronía con riesgo de caer en anacronismo y aunque digamos aquello de se
non è vero, è ben trovato; a falta de datos coetáneos el llamado Pendón de la Conquista (bandera de rendición musulmana en la Valencia
de 1238) es apropiado al caso aunque meterlo en escena para Oropesa es inexacto
ya que este Pendón surgió 5 años después de la reconquista cristiana de Oropesa.
Si es de pleno acierto y totalmente pertinente incluir la Cruz que como escudo
de la Orden del Hospital, también
llamada de San Juan de Jerusalén (actualmente Orden de Malta) que tomó posesión
de dominio señorial sobre Oropesa hasta 1249 y es dato de lo que hay constancia
documental en el Llibre dels feits -crónica autobiográfica de Jaime I donde se
relata su paso y pernocta por Orpesa allá por 1237 y 1238- aunque por
hablar del grao (embarcadero) nos deja la duda razonable de no poder discriminar
si se nos habla del actual asentamiento de Oropesa o el de Orpesa la Vella.
La simbología va más allá de la estética y la cosmética, del
color que mueve al simplón juicio de decir de algo que es muy bonito y encandilar la sensibilidad epidérmica de la gente pues todo tiene
significado que no se debe malbaratar en folclore o tipismo de esos tan usados
ceremonialmente pero en los que tantas veces se malogra culturalmente una
efeméride histórica por quedar oculta bajo un artificial disfraz de
costumbrismo local en puro sainete.
En 2011 propuse al consistorio conmemorar el bicentenario
del asedio francés al castillo y tras varios capotazos oficiales del tipo
“habla con tal o con cual” pude percibir el absoluto desinterés consistorial
fuera del humo y ruido festero para halago de noctívagos. Fue un carrusel de frustración
por cuyo desdén me llevaba de concejal a funcionario sin apenas oírme el
proyecto, hasta que desistí de plantearlo no sin antes decirle a la Concejala “donde no hay calor no se obtiene color”. Frase que ni atendió ni entendió,
quizá ofuscada por esa cretina actitud de no aceptar idea cuya paternidad haya
que compartir sin ver el objeto de buscar un beneficio general.
En 2013 fue 6º centenario de la Orden real para erigir la Torre del Rey;
en 2014 era 50 aniversario del regreso definitivo de la Imagen de la Virgen de
la Paciencia tras varios siglos de ausencia; en 2019 serán 400 años los
transcurridos de aquel asalto berberisco a la Vila en 1619. Excelentes
ocasiones para dar calor y color a un vecindario que necesita encontrar
arraigo, sentido y orgullo de pertenencia a una comunidad mediante la
aglutinación y participación conmemorativa en actos superadores de esa espiral
de eventos, bailongos ruidosos y botellones en el
que nos sostenemos todos los años engatillando gastos y derroches.