Las cosas no suceden por azar ni casualidad,
tienen su propia dinámica y razón de ser aunque a veces los mismos
protagonistas se explican lo ocurrido atribuyéndolo a razones que si no son
verdad, no son al menos toda la verdad, ni la razón última de las cosas. Vengo
a decirlo por cuanto que en 1962 cuando se decidió construir un edificio para
local del nuevo ayuntamiento en la calle Leoncio Serrano se nos dice
que la decisión se basaba en el auge turístico por esa obstinación orpesina
en referirlo todo a eso del veraneo temporero sin saber que en realidad esa
bajada del Consistorio al llano era simple y llanamente el culminar un proceso
evolutivo urbano iniciado ya hacía medio siglo de traslación al llano de la
vieja villa amurallada que no acababa de cuajar por el retardo institucional en
aceptarlo. Tal vez fuera cierto que la dificultad de acceso y
desplazamiento les hacia incómoda toda
gestión a los foráneos y que el aumento de asuntos y tramites municipales que ese
fenómeno turístico provocaba fuera causa de debatir la conveniencia de un nuevo
local más idóneo y espacioso pero lo cierto es que su traslado al punto que se
realizó era obligado de tiempo atrás, desde que el eje neurálgico de la Villa
se había desplazado al llano siguiendo las calles que enlazaban Carretera y
Estación poblándose el llano como casco urbano residencial. Desde 1570/ 1589 cuando se amuralla un recinto para repoblar, quedaba
Orpesa cerrada por 3 puertas constreñida en una montañita, con calles estrechas
en vericuetos empinados sin áreas libres ni espacios para la relación social y
convivencial del vecindario. Solo se alteró en parte cuando en 1865 se vio la
necesidad de añadir un camino de enlace a la Estación de ferrocarril pero no
fue por crecimiento ni expansión sino por comunicación. Cuando en el XX Oropesa
crece y se expande por el llano primero lo hace su gente y después la vida
oficial que se resite a abandonar el casco viejo siendo que la vida comunal ya
se hacia abajo: Escuelas en el 31, Ayuntamiento en el 62; Iglesia en
A lo largo del XIX, en su segunda
mitad, las necesidades defensivas de las
ciudades parecen hacer obsoleto el amurallamiento medieval y se les tiene a las
murallas como corsé asfixiante, con sus puertas y accesos limitados, pues, con razón, piensan que obstaculizan las
necesidades expansivas de crecimiento y desarrollo industrial urbano.
En 1840 Barcelona, 1865 Valencia, los
ayuntamientos derribaban sus murallas buscando una expansión urbana y aparece
una Ley del Ensanche (29 jun. 1864) para crecimiento de las poblaciones, posibilitando
el edificar en extramuros por particulares, pero en Oropesa este crecimiento
era superfluo pues no había gran masa de vecinos, aun quedaba espacio en su
interior amurallado y no había necesidad de bajar al llano, ni siquiera a la
carretera que pasaba por sus pies.
La vía férrea creada en 1865 se quedó sin
estación de parada ni apeadero y solo en 1886, cuando se construyó esta
estación, se plantearía la necesidad de comunicar el pueblo y la estación. Pero
se habla de crear caminos de enlace no de urbanizar zonas.
En realidad se trataba de ocupar un espacio en desnivel
sin provecho que ampliaba las traseras de unas casas como se observa por la
falta de puertas a un lado mientras que las del otro son puertas abiertas en la
muralla para edificar extramuros en la ladera inmediata.
Un siglo después, sobre 1910, ese callejero y esos nombres
son reflejados por Sarthou Carreres
en un plano de población de su obra Geografía
Provincial de Castellón y Oropesa
sigue encerrada en su muralla con apenas el ensanche de una calle sin
acabar hacia la carretera y un pequeño
caserío a la orilla de esa carretera[1]. En rigor había dos razones por las que fue
innecesario el derribar las murallas: Uno, porque se le habían adosado casas a
ambos lados de sus paredes formando cuerpo entre sí con la muralla y, otro, porque estando el
recinto amurallado sobre un fuerte escarpe de la montaña era inútil derribar lo
que no permitiría el acceso al llano por su escarpada ladera.
Fue la necesidad de enlace con la carretera
primero y la estación de ferrocarril después, lo que determinó que entre casas
y patios o almacenes anexos se crearan calles sobre los caminos de enlace,
entre el pueblo y estos puntos, pero la vida oficial y comunal perduraba dentro
del caserío amurallado.
En los 20
al 30 del XX se hablará de una zona del
ensanche donde se ubicaran las escuelas urbanizando poco más de 2 nuevas calles
con 2 transversales interiores. Ahí se colocaron las escuelas municipales en el
lugar que hoy ocupa el mastodóntico Edificio consistorial actual. El eje fue la
que se llamó calle Leoncio Serrano y
dio ocasión a enlazar carretera y estación en un proyecto futuro que se frustró
por la guerra.
Oropesa pasaría al llano para auto encerrarse entre nuevas murallas: El Barranco- La
vía férrea y la Carretera Nacional que le ciñen y nunca supo
resolver el embrollo de sus salidas y entradas, ni desliar la madeja en el
irresuelto vericueto de las comunicaciones zonales entre sus puntos.
Además del impacto sicológico de abrir salidas en los
cuatro puntos esquinados de la muralla ninguno, de estos dos nuevos accesos al
recinto amurallado, tuvo gran trascendencia futura para la vida vecinal ante
sus características de difícil uso y tránsito.
Recuerdo del Ayuntamiento de Oropesa del XX en el periodo1962-2012, hoy derribado
por la piqueta: .-
El viejo
ayuntamiento de siempre, La Casa de la
Vila, desde siglos atrás, de cuando Orpesa solo era lo que cabía y existía
dentro de su muralla, apenas era una estrecha casita de una planta, una más de
las que componían la calle de la Pelota sin más boato ni lujo que una simple
morada con pocas habitaciones y ni siquiera era el centro de la Villa pues
quedaba esquinada, sita un poco a trasmano de la placita de la Iglesia la cual
por uso en conmemoraciones religiosas o festivas como centro de reunión vecinal
era apenas un rellano triangular; la única explanada disponible para actos
colectivos festeros como el Ball de Plaça
además de los religiosos conmemorativos. En 1927 se inaugura en extramuros un edificio
como local de reunión social: La
Sociedad Instructiva Recreativa y, a su pie, a escasa distancia fue donde en
1962 con encomiable acierto y determinación, a pesar de sus escasos medios y
recursos financieros y humanos, el entonces alcalde Secundino Claret Eixau
acomete esa traslación de local que es relevante no tanto por el hecho en sí
sino por cuanto que supone la consolidación del antiguo ensanche como nuevo
centro de población y es entonces cuando el actual pueblo propiamente dicho se
diferencia de lo antiguo, si bien ahormándose nuevamente entre la carretera y
la vía férrea por lo que no acabará de resolver su laberinto urbano
complicándose sus enlaces, entradas y salidas en comunicación zonal .
Andamos
mezclando conceptos de Progreso y Prosperidad a cuenta del derribo cuando son
solo casos de evolución y cambio en adaptación a nuevas circunstancias y
necesidades
[1]
Estaba tan asumido la identidad de la Villa con su muralla que por aquel
entonces los habitantes al pie del castillo radicados alrededor de la carretera
decían “ir al pueblo” al recorrer el
pequeño tramo que les separaba del casco urbano. Luego se hablaría de Pueblo
por extensión a lo urbano existente entre la carretera y la vía férrea por
contraposición a la zona playera.