De pueblo a Ciudad (paradojas de la
realidad)
Aunque hoy se ignore, la condición urbana de Villa era
titulo de reconocimiento algo considerado en la antigüedad por encima de Lugar,
aldea, pedanía, barrio o pueblo, e inmediatamente por debajo de Ciudad. Hoy aunque apenas se matiza entre ciudad y pueblo grande, se
toma la diferencia en cuestión de volumen (superficie y habitantes) e
importancia económica o riqueza generada por su actividad comercial e
industrial pero siempre hay un deje peyorativo cuando alguna ciudad sin fuerza
es llamada Poblachón o Provinciana, frente a las urbes modernas
tenidas como sinónimo de cosmopolitas y avanzadas. Oropesa tenía una paradoja irresuelta, solo censaba de 2 a 3 mil
vecinos (no llegaba a Ciudad) y en verano acumulaba varias
decenas de miles como visitantes, transeúntes, y de paso, pero existentes
largos meses (como si fuera una ciudad solo por un trimestre) usando
las mismas dotaciones y servicios de pueblo (¿reforzados?) que
los establecidos para los pocos vecinos fijos de Invierno y de todo el año.
El aluvión de población en verano y sus efectos, se
contemporizaba con llamadas a la Paciencia, peticiones de comprensión tolerante en valoración superior de la
rentabilidad (de algunos ¿muchos?) sobre la incomodidad (de otros ¿pocos?), eso junto ingenuos lamentos resignados para dilatar la solución y echando balones fuera al decir que eso depende de otros estamentos pero si el
censo residencial llegaba a 10. 000 vecinos fijos, se estaría incluido en la
liga urbana de ciudades con las ventajas de equipamiento y servicio que eso
suponía. O sea, si hay censo hay ciudad por añadidura.
Eso se consiguió de forma brutal (por rapidez) en pocos años solo por efecto
colateral del boom urbanístico- inmobiliario. En aquellos años todas las ideas
de crecimiento y desarrollo en España pasaban por construir casas y urbanizar terrenos,
llevando la euforia del momento a llamar a sus proyectos ampulosamente Ciudad de las Ciencias, de
las Lenguas, Ciudad del Cine, Ciudad dormitorio o residencial, Ciudad de Vacaciones, etc. etc. En sarcasmo
se nos decía de Oropesa, por este último slogan mercantil de reclamo afortunado,
que éramos el único pueblo existente con una ciudad dentro de si mismo.
Los ayuntamientos de todas partes encontraron el
filón y se emplearon a fondo en un escenario que parece hoy irreal pero que era, es, legal: Se ponía el suelo en condición legal de urbanizar,
se planificaba la inversión ¿...? y el reparcelamiento se hacía con prisa para obtener el Aprovechamiento (municipal y del urbanizador) del desarrollo urbanistico ¿...? (eufemismo oficialista en jerga al uso que quiere tener por subdesarrollado todo el planeta que no está asfaltado) y con muy poca reflexión sobre cualquier otra cosa aparte de aprovechar el momento ocasional.
Era fácil y sin coste pues bastaba recibir una propuesta mercantil y aprobarla para facilitar a un intermediario (pomposamente llamado agente urbanizador) como solicitante la gestión, después haciendo causa común con él frente a los afectados se tomaban decisiones sobre las propiedades ajenas, poniendo en batería la administración local al servicio del urbanizador para allanar con leyes y resoluciones ad hoc todo problema posible con los dueños de la zona afectada y así se tiraba p'alante en varios sitios a la vez, aunque todo fuera inmaduro o estuviera pendiente y
muy falto de infraestructuras previas que son imprescindibles para un buen
crecimiento (a veces se le añadía una obligación supletoria aunque fuera externa al sector de terreno, en añadido coste de sobrecarga al urbanizador pero ¡pelillos a la mar! ya que como todo se repercute en el precio final paga el bobo ultimo y así lo tenemos gratis).
Nada importaba, como consideración de impedimento o retardo prudente, para ampliar el campo urbano convertido en departamento vital con poder sobre haciendas y patrimonios ajenos, se acometía todo proyecto sin acabar alguno, empalmando PAI (me niego a explicar el nombre) hasta consumir todo el suelo municipal (de propiedad privada del término que no del ayuntamiento) y desbordar la capacidad de control y burocracia de los municipios, que normalmente eran 4 y un tambor para gestionar lo que fuera, lo que importaba era satisfacer el ansia de lucro general bajo un ambiente de tonto retrogrado el que no cambia el chip.
Tiempos duros de fiebre del oro, en los que la opinión pública se escandalizaba siempre con Marbella pero contemporizaba con Casadios de la frontera ó como se llame porque era su localidad y algo le podía afectar (beneficiar) aunque sea de refilón.
(eso del chip, que no lo de tonto, me lo dijo un político, hoy desaparecido del lugar al ausentarse tras la avería de su chip con el que creyó poder mutar su oficio a la oportunidad del momento, que justificaba mi sacrificio patrimonial como necesario al bien común y al signo de los tiempos) y "en habiendo compradores",
se suponía que además de dinero circulante
había trabajo y población por añadidura. Hipotecas, Plusvalías, Transmisiones, Sucesiones, IBI,s; ICIO,s, son cucharas de Bancos y de la Administración que sacaban tajada del mismo plato, creando euforia de revalorización y riqueza patrimonial especulativa entre el personal al socaire de creencias, mantras o dogmas de fe laicos y de puro Mercado mercantil (se revaloriza, lo compre por tanto ahora se vende por cuanto-la mejor inversión- el ladrillo nunca baja ni se devalúa- a una necesidad siempre hay un comprador...).
Poco a poco, los ayuntamientos de todas partes
suplantaron y aniquilaron la propia sociedad civil que les da su razón de ser al
controlar, cercenar e impedir, toda iniciativa vecinal por libre y, así, ahogando, sin querer quizá, toda actividad económica posible fuera de la que es su
principal financiación directa como municipio ( crear unidades urbanas para el cobro de impuestos y tasas por todo lo que se mueve
en el lugar) hemos llegado al punto general de que no hay vida fuera, ni contra, el poder administrativo comunal (a veces estando a favor tampoco porque ya no hay mucho que rascar con la crisis). La realidad es casi de soviet democrático: se hace lo que decide el consejo y nadie puede ir por vía contraria ni paralela. Apenas hay actividad agrícola, industrial, artesanal, manufacturera, ni de ningún otro sector productivo, que pueda por sí aglutinar empleo y negocio alrededor. Hoy nadie se acuerda de alguna fabrica que hubo por Oropesa, cooperativa o centro productivo de algo, que ha muerto en el camino de sobrevivir todo el año.
Entre el 2000 y el 2008 se pasa de 3000 a 11.000
censados, a una media de casi incrementar 1000 vecinos anuales desde el 2003.
Hete aquí que en 2009 se reune requisito de habitantes para ser ciudad y como
primera medida ¡aumenta el número de
concejales! … y, sin hacer mayor demagogia con el tema, muy poco más se avanzó porque la
crisis o el estallido de la burbuja nos desmontó el suflé en todas partes,
incluyendo los niveles superiores de administración que debían proveer las dotaciones pero han quedado tan incapaces de cubrir incluso sus
propios gastos de funcionamiento, que hoy están al borde de bancarrota.
Tenemos la
gente y las casas pero nada parece que pueda hacernos sentir Ciudad, ni
siquiera Pueblo grande. Nadie quiso hablar de Sociedad y de Ciudad, de dinamismo social, comercial y cultural; solo de
trabajo y oportunidad de negocio; todo lo que se hiciera se daba por bueno pensando en las migajas que como maná reportaría a la comunidad, alguno esperaba dotaciones pero eso requiere
lo que ya no hay: dinero, y de repente se nos ha quedado todo saturado,
desbordado y sobrepasado, inmersos en un magma de casas (doble que el
de vecinos) y habitantes
perplejos y desconocidos entre sí, deambulando en coche por calles vacías desde el mediodía, incapaces de encontrar salida a su angustia de residir en un lugar que no cubre sus expectativas residenciales a plena satisfacción.
Recuerdo aquel slogan de “la
ciudad donde nadie es forastero” y a veces me tienta afirmar que veo lo contrario “la ciudad donde nadie es de aquí”. No
lo digo por xenofobia o rechazo al forastero sino porque se palpa que andamos
dispersos, despistados como ciudad y faltos de objetivos comunes; ni siquiera
hemos llegado a la dispersión en taifas por urbanizaciones, simplemente no hay
nada que forme cuerpo social a pesar del número de vecinos pues se ha perdido el sentido de pertenencia y arraigo hacia un lugar que,
en el fondo, es el pegamento social que da cohesión a una ciudad.
La vieja
sociedad civil orpesina, que no era muy fuerte y no fue capaz de coger el timón de su propio desarrollo, desaparece por razón biológica
y bajo el peso numérico de lo sobrevenido en 2ª residencia o en fuerza laboral
atraída por el boom, y Oropesa sigue con otra paradoja: tiene más población
pasiva (laboralmente) que activa (ocupada o no) ,
diferencia en forma desproporcionada e insalvable como para asegurar que alguna
vez podrá tener su propio dinamismo social y económico por si sola como ciudad. Asusta pensar en lo que ocurrirá cuando el envejecimiento natural adelgace el censo sin remedio.
Seguimos obnubilados (ofuscados y
deslumbrados) con una sola opción de aparente salida laboral
basada supuestamente en Turismo, que realmente siempre fue búsqueda de cantera
de compradores para una exhaustiva fiebre inmobiliaria. Nunca hubo turismo como
industria ni como destino, fuera de la 2ª residencia y de la hostelería local, más del sector elemental de bares y restaurantes que de hoteles, acrecentada por gran cantidad de sobrevenidos al calor de la temporada estival, que
lo necesita no como fuente supletoria de ingresos sino de supervivencia ya que,
con la propia población residente, el nicho de venta a lo largo del año es insuficiente
por su escasa potencialidad de consumo y gasto. La crisis es de campeonato porque se la ve diferente a las supuestas crisis anteriores, en las que bastaba esperar a que pasara porque no hay mal que 100 años dure pero tampoco hay cuerpo que aguante tanto tiempo solo con esperanza y confianza en el porvenir.
La nueva paradoja de Oropesa es
que, agotada la veta laboral del sector de la construcción, paralizadas ventas
y promociones, muerta cualquier otra opción y por seguir dependiendo todo del aluvión
poblacional de temporada, aparece el paro como problema aunque ya habíamos dicho que los
laboralmente activos eran infinitamente menos que los vecinos pasivos, en una supuesta ciudad de solo
10.000 residentes. (conocimos el Destajo y el pluriempleo, el no me compensa y para eso prefiero quedarme en casa, ponte en cola si quieres y si no ya sabes, ...pero eso era antes de lo que hoy nos amenaza)
La sociedad civil es incapaz de crear empleo sin
posibilidad de escapar fuera del único camino posible, controlado por el gestor comunal (ocurre en muchos sitios además de aquí) y como
el empleo ya depende en su mayor medida no de la iniciativa privada y emprendedora sino del entramado
oficial a través del empleo público, bolsas de trabajo coyunturales,
subvenciones, contratas y planes de … el resultado es triste por ver el drama
que se está gestando y las pocas imaginativas soluciones que se oyen por todas
partes basadas en eventos, conciertos y festivales u otros medios de actividad productiva siempre relacionados con el consumo nunca con la producción de bienes, medidas que nunca nos sacaran de la coyuntura de no encontrar una salida permanente que de un retorno de riqueza circulante a la ciudad.
Diagnosticar es separar síntomas de
causas para averiguar la enfermedad que se padece, tarea posterior al análisis de la
información disponible separando lo que se ve de lo que avisa que hay tapado en el fondo como problema a resolver, y solo aceptando que no se llega a ciudad por el simple acumulo
de casas y gente, se puede intuir lo que hace falta para salir del trance o callejón
sin salida.