domingo, 22 de julio de 2012

Programar fiesta hasta reventar


Simplón y ramplonero es el colectivo panorama presente y futuro
  Acabó la noche del 21 de julio pasadas las 5 de la madrugada, el tío del altavoz se auto jaleaba gritando ¡Arribaaaaaa  Oropesa!  Y además de presentar voceando a un tal Antonio (como el ultimo hippie de Ibiza) tal y como si estuviéramos ante el Ungido del Señor, trataba de decir a su gente que recordarían esa noche con sus nietos pasando el tiempo, como si fuera una liturgia inolvidable el esperpento del Remenber  (yo sí que me remember de algún que otro familiar ajeno).    En mi casa hubo quien se fue a dormir fuera porque su guardia de hospital del día siguiente no podía compaginarse con la boniatez (de boniato) mental de la gente que es capaz de retrasar el inicio de su matraca para no molestar a otro acto que se realizaba en la Plaza de la Iglesia pero no es capaz de entender que la noche es por igual de gente que trabaja y gente que vacaciona. Con los mismos derechos y quizá con distintos impuestos pagados en el municipio por contribuyente.
  Un vecino (que no soy yo) comentaba a la panadera el alto volumen que impidió dormir a su anciana madre esa noche y recibió la comprensiva respuesta de que hay que entender que son jóvenes, disculpando al agresor. Típico de Oropesa donde nadie quiere afrontar ningún problema negándose a admitir lo que no le afecta personalmente, opinando siempre a favor de quien te causa el daño porque es más facil ser tolerante con quien no va a atender razones. Como esa panadería subvencionó el cartel a esos jóvenes, yo dejaré de comprar en ella para que me comprenda mejor de hoy en adelante, así verá que si me impiden vivir en mi casa no voy a contemporizar con simplones egoístas incapaces de nada que no sea pensar en sí mismos.
   Si la gente no tienen valor para decir, No o Basta, negándome el consuelo de dar por intolerable esta situación yo si tengo opción para boicotear a los que tengo por cómplices, necesarios por incautos, en este mobbing de psico-terror domiciliar que me causan las salvajes disco al aire libre, impidiéndome el uso de la morada como domicilio. Derecho vulnerado que ya que será detonante de mi abandono de casa y población, antes o después, me llevará a los tribunales en busca de amparo judicial.
   Esto va a peor, vienen fiestas de San Jaime y, en ellas, otra vez la banda juvenil de montarse la fiesta gratis en instalación municipal se anuncia para el 28 de Julio nuevamente con otra agresión domiciliar al vecindario. Comoquiera que el 25 de julio hay otra disco-móvil en el mismo lugar. Van junto a lo de junio, en el espacio de un mes, 3 noches completas sin dormir por causa municipal que programa como fiesta lo que solo es molestia vecinal. En agosto serán las vacas saltarinas los jueves y lo que venga, total siempre un megáfono con un energúmeno hablando solo como para oírle  hasta casi las 2 en vez de la propia tv de casa. En septiembre hay otro anuncio de moteros rockeros y después… Octubre con casi diez días seguidos de tortura casetera  en “recinto ferial” donde en genial confusión unos tíos montan su negocio lucrativo de copas como si fueran peñas de fiesta patronal. Habrá finalmente que quitarse la careta y empezar a nombrar en público al tinglado lúdico empresarial que negocia con la fiesta comunal mortificando a los vecinos y llenando sus bolsillos.
 Todo un muestrario de lo que me espera por ser paciente y manso con estos gaznápiros locales ante las pamplinas de los festejos sin control ni límite. (Mirad el diccionario antes de decir que insulto)

jueves, 12 de julio de 2012

Fiestas de Incordiar al vecindario


Fiestas de guardar y fiestas de incordiar vecindarios
Cuando antiguamente se hablaba de fiestas de guardar se pensaba en la obligatoriedad conveniente de tener unos días de descanso entre lo habitual  de la vida humana, que eran jornadas de sol a sol (lo de las 8 horas vino mucho después). Ya saben aquello de que hasta el mismo Dios “al séptimo día descansó” pero nada se dice que se entregara en esa jornada a la música,  sonido e iluminación, toda la noche, como dice el pasquín que adjunto, patrocinado-pagado con mis impuestos para anunciarme una noche en vela “ad maiorem gloriam” de un grupo organizador auto llamado Orpesa Jove (Oropesa Joven), cuyo escudo corporativo son dos seres dando saltos y, entre fuegos artificiales, tocando bocinas o empinando el codo, que vaya Ud.,  a saber, en clara muestra de sus objetivos y fines con esto de La mar de remember ó the sea of recuerdo. number II, menos mal que no dice "continuará" aunque cabe esperarlo.

   Que la intención es molestar toda la noche lo adivino de la hora de inicio 23:59 horas (1 minuto antes de que la carroza se convierta en calabaza) y también sé lo que el Recinto Multiusos supone, ya  que más que recinto es techado-sombrajo, pues es una carpa de lona malamente semi tapada (por el techo), generalmente sin poner la lona lateral por aquello del calor veraniego, a escasos metros del cuartelillo de la Guardia Civil (donde tampoco dormirá esa noche el personal franco de servicio). Tiene por razón de su estructura gran sonoridad garantizada  al aire libre por todo el casco urbano no solo por la electricidad municipal, que alimenta los amplificadores, sino gracias al efecto anfiteatro que por la montaña del castillo nos da su acústica natural.  
  Que no me equivoco en mi apreciación se corrobora con el que ya hace un mes sufrí el insomnio provocado manu musicale cuando en de Junio  se planeó y ejecutaron algo parecido un sábado y domingo seguidos por los mismos organizadores Orpesa Jove. Lo de multi-usos es un eufemismo pues parece referirse a multi-veces el mismo uso único de música noctívaga o recinto botellón.  
    Aquí en fin se mantiene una ficción por la que todo el año es un calendario de fiestas y eventos ruidosos,  que se resumen en crear “ocasiones de gasto” para el público bajo coartada de  añadir atractivo al servicio del ocio del visitante ¿turista? Y dinamismo de la economía local ¿todos?   Denominador común de la gran mayoría de actos festeros es horario intempestivo y sin limite, música exasperante, botellón al aire libre y noche sin dormir para los que viven alrededor. El aforo suele ser “perfectamente cuantificable a simple vista sin necesidad de recontar” y la hora final depende de la voluntad o cansancio del tío de los discos con altavoces, que parece no enterarse que está solo desde hace rato y se bastarían los auriculares que lleva para dar rienda a su arte.
Me subleva la respuesta de un edil a mis quejas sobre la reiterada programación de disco-móviles, disco-bares al aire libre, disco-decibelios a noche completa frente a mi domicilio que se suceden anualmente a casi un happening-botellón por mes.          
  Hay zonas de Oropesa libres de esta esclavitud, quizá por tener la suerte de ser de alto- standing o no tener dentro de ellas suelo municipal en su interior para verbenas y  festejos.             
  Oír que lejos de plantear moderación y cordura en la programación, corregir a quien oficializa un simple negocio particular privado disfrazándolo de festejo municipal,  o simplemente ponderar que es oportuno autorizar y que está fuera de lugar,  el remedio oficial pasa siempre por encima de todos los afectados mostrando lo poco que estos importan como ciudadanos residentes al  no vetar ni evitar nunca un acto molesto antes de producirse, por inapropiado o extemporaneo, sino que la solución siempre es sugerirme que me ausente esos días de mi hogar y mi ciudad para ser acomodaticio, pragmático y paciente con una realidad que nadie quiere cambiar. 
 O sea, que si un negocio particular en local propio mantuviera una actividad parecida, mínimamente por debajo del umbral de molestia que esto produce, sería seguramente sancionado y clausurado por el mismo órgano administrativo que patrocina, favorece, ayuda, subvenciona, apoya y da cobertura a todo este ferial de ociosos noctívagos con tan emprendedoras ideas ocio-lucrativas.
No son cosas de pueblo sino de demencia colectiva española en general que se niega a sentar reales bases de mayoria-minoria en asuntos de fiesta. Me asombra que un ayuntamiento capitalino (el de Castellón)  por el ruido de una calle de tascas que los vecinos llevaron a Tribunales y se ganaron una prohibición absoluta de seguir sufriendo el bochinche de gente, bebiendo al aire libre hasta avanzada la noche, se declara en prensa que el ayuntamiento responsable de hacer cumplir las normas, acata la sentencia judicial pero diciendo, a renglón seguido, que modificará ordenanzas para poder seguir como antes -te pongas como te pongas te la tengo que...-y alucino porque entre todos aceptamos que de ciudadanos nos pasen a súbditos y peor que el silencio de los corderos es oír la servil aceptación de que en todas partes es así, yo no me entero porque duermo muy adentro o acéptalo porque no se puede hacer nada y siempre ha sido así.
Leyendo el pasquín me conmuevo, leo eso de los éxitos que marcaron mi vida en los 80 y los 90, y además de no remember (recordar en español, esto de escribir en bilingüe me queda de pena) canciones de hace 30 o 20 años como éxitos mios sino que tengo por tales en mi vida las  vivencias, personas, compañeros, vicisitudes de mi vida personal y laboral, esfuerzos y logros, que forman paisaje de mi memoria más que de mi oído y entre la que no hay constancia de haber conocido al mencionado rey del remember que me amenizará toda la noche.
  ¡Ya está bien de memeces! cuando se pasa por encima del bienestar residencial de los demás no se puede contemporizar con actividades y actos más allá de los oficiales y tradicionales. No se puede vivir en un entorno ciudadano que no permite dormir una noche entera, arruinando el descanso laboral del fin de semana a razón de casi uno o dos fines de semana por mes y encima pagando impuestos que apoyan estas actividades subvencionándolos en parte directa o indirectamente.   
  Allá cada cual con sus gustos y aficiones pero que las monte por su cuenta y riesgo financiero y se las guarde en su entorno y con su público sin hacernos compartir noche, obligados a su climax grupal  para recordar una música ( Remember the music, otra vez lo del inglés por delante para que nadie se espante) que caso de haberla oído los actuales jovenes en su momento con 20 años de edad para verdaderamente recordarla, hoy tendrían de 30 a 50 que es cuerpo añojo suficiente para necesitar las noches ocupados en otros menesteres de guateques cuasi privados, cenas con velas, u otros para todos los públicos y edades como es el merecido descanso para afrontar la semana laboral siguiente.

martes, 10 de julio de 2012

Viaje a ninguna parte


De pueblo a Ciudad      (paradojas de la realidad)

Aunque hoy se ignore, la condición urbana de Villa era titulo de reconocimiento algo considerado en la antigüedad por encima de Lugar, aldea, pedanía, barrio o pueblo, e inmediatamente por debajo de Ciudad.       Hoy aunque apenas se matiza entre ciudad y pueblo grande, se toma la diferencia en cuestión de volumen (superficie y habitantes) e importancia económica o riqueza generada por su actividad comercial e industrial pero siempre hay un deje peyorativo cuando alguna ciudad sin fuerza es llamada Poblachón o Provinciana, frente a las urbes modernas tenidas como sinónimo de cosmopolitas y avanzadas. Oropesa tenía una paradoja irresuelta, solo censaba de 2 a 3 mil vecinos (no llegaba a Ciudad) y en verano acumulaba varias decenas de miles como visitantes, transeúntes, y de paso, pero existentes largos meses (como si fuera una ciudad solo por un trimestre) usando las mismas dotaciones y servicios de pueblo (¿reforzados?) que los establecidos para los pocos vecinos fijos de Invierno y de todo el año.
El aluvión de población en verano y sus efectos, se contemporizaba con llamadas a la Paciencia, peticiones de comprensión tolerante en valoración superior de la rentabilidad (de algunos ¿muchos?) sobre la incomodidad (de otros ¿pocos?), eso junto ingenuos lamentos resignados para dilatar la solución y echando balones fuera al decir que eso depende de otros estamentos pero si el censo residencial llegaba a 10. 000 vecinos fijos, se estaría incluido en la liga urbana de ciudades con las ventajas de equipamiento y servicio que eso suponía. O sea, si hay censo hay ciudad por añadidura.
 Eso se consiguió de forma brutal (por rapidez) en pocos años solo por efecto colateral del boom urbanístico- inmobiliario. En aquellos años todas las ideas de crecimiento y desarrollo en España pasaban por construir casas y urbanizar terrenos, llevando la euforia del momento a llamar a sus proyectos ampulosamente Ciudad de las Ciencias, de las Lenguas, Ciudad del Cine, Ciudad dormitorio o residencial, Ciudad de Vacaciones,  etc. etc. En sarcasmo se nos decía de Oropesa, por este último slogan mercantil de reclamo afortunado, que éramos el único pueblo existente con una ciudad dentro de si mismo.
  Los ayuntamientos de todas partes encontraron el filón y se emplearon a fondo en un escenario que parece hoy irreal pero que era, es, legal: Se ponía el suelo en condición legal de urbanizar, se planificaba la inversión ¿...? y el reparcelamiento se hacía con prisa para obtener el Aprovechamiento (municipal y del urbanizador) del desarrollo urbanistico ¿...? (eufemismo oficialista en jerga al uso que quiere tener por subdesarrollado todo el planeta que no está asfaltado) y  con muy poca reflexión sobre cualquier otra cosa aparte de aprovechar el momento ocasional.
   Era fácil y sin coste pues bastaba recibir una propuesta mercantil y aprobarla para facilitar a  un intermediario (pomposamente llamado agente urbanizador) como solicitante la gestión, después haciendo causa común con él frente a los afectados se tomaban decisiones sobre las propiedades ajenas, poniendo en batería la administración local al servicio del urbanizador para allanar con leyes y resoluciones ad hoc todo problema posible con los dueños de la zona afectada y así se tiraba p'alante en varios sitios a la vez, aunque todo fuera inmaduro o estuviera pendiente y muy falto de infraestructuras previas que son imprescindibles para un buen crecimiento (a veces se le añadía una obligación supletoria aunque fuera externa al sector de terreno, en añadido coste de sobrecarga al urbanizador pero ¡pelillos a la mar! ya que como todo se repercute en el precio final paga el bobo ultimo y así lo tenemos gratis).

   Nada importaba, como consideración de impedimento o retardo prudente, para ampliar el campo urbano convertido en departamento vital con poder sobre haciendas y patrimonios ajenos, se acometía todo proyecto sin acabar alguno, empalmando PAI (me niego a explicar el nombre)  hasta consumir todo el suelo municipal (de propiedad privada del término que no del ayuntamiento) y desbordar la capacidad de control y burocracia de los municipios, que normalmente eran 4 y un tambor para gestionar lo que fuera,  lo que importaba era satisfacer el ansia de lucro general bajo un ambiente de tonto retrogrado el que no cambia el chip.
  Tiempos duros de fiebre del oro, en los que la opinión pública se escandalizaba siempre con Marbella pero contemporizaba con Casadios de la frontera ó como se llame porque era su localidad y algo le podía afectar (beneficiar) aunque sea de refilón.
(eso del chip, que no lo de tonto, me lo dijo un político, hoy desaparecido del lugar al ausentarse tras la avería de su chip con el que creyó poder mutar su oficio a la oportunidad del momento,  que justificaba mi sacrificio patrimonial como necesario al bien común y al signo de los tiempos)   y "en habiendo compradores", se suponía que además de dinero circulante había trabajo y población por añadidura.  Hipotecas, Plusvalías, Transmisiones, Sucesiones, IBI,s; ICIO,s, son cucharas de Bancos y de la Administración que sacaban tajada del mismo plato, creando euforia de revalorización y riqueza patrimonial especulativa entre el personal al socaire de creencias, mantras o dogmas de fe laicos y de puro Mercado mercantil (se revaloriza, lo compre por tanto ahora se vende por cuanto-la mejor inversión- el ladrillo nunca baja ni se devalúa- a una necesidad siempre hay un comprador...).
  Poco a poco, los ayuntamientos de todas partes suplantaron y aniquilaron la propia sociedad civil que les da su razón de ser al controlar, cercenar e impedir, toda iniciativa vecinal por libre y, así, ahogando, sin querer quizá, toda actividad económica posible fuera de la que es su principal financiación directa como municipio ( crear unidades urbanas para el cobro de impuestos y tasas por todo lo que se mueve en el lugar) hemos llegado al punto general de que no hay vida fuera, ni contra, el poder  administrativo comunal (a veces estando a favor tampoco porque ya no hay mucho que rascar con la crisis). La realidad es casi de soviet democrático: se hace lo que decide el consejo y nadie puede ir por vía contraria ni paralela. Apenas hay actividad agrícola, industrial, artesanal, manufacturera, ni de ningún otro sector productivo, que pueda por sí aglutinar empleo y negocio alrededor. Hoy nadie se acuerda de alguna fabrica que hubo por Oropesa, cooperativa o centro productivo de algo, que ha muerto en el camino de sobrevivir todo el año.
Entre el 2000 y el 2008 se pasa de 3000 a 11.000 censados, a una media de casi incrementar 1000 vecinos anuales desde el 2003. Hete aquí que en 2009 se reune requisito de habitantes para ser ciudad y como primera medida ¡aumenta el número de concejales! … y, sin hacer mayor demagogia con el tema, muy poco más se avanzó porque la crisis o el estallido de la burbuja nos desmontó el suflé en todas partes, incluyendo los niveles superiores de administración que debían proveer las dotaciones pero han quedado tan incapaces de cubrir incluso sus propios gastos de funcionamiento, que hoy están al borde de bancarrota.
 Tenemos la gente y las casas pero nada parece que pueda hacernos sentir Ciudad, ni siquiera Pueblo grande. Nadie quiso hablar de Sociedad y de Ciudad, de dinamismo social, comercial y cultural; solo de trabajo y oportunidad de negocio; todo lo que se hiciera se daba por bueno pensando en las migajas que como maná reportaría a la comunidad, alguno esperaba dotaciones pero eso requiere lo que ya no hay: dinero, y de repente se nos ha quedado todo saturado, desbordado y sobrepasado, inmersos en un magma de casas (doble que el de vecinos) y habitantes perplejos y desconocidos entre sí, deambulando en coche por calles vacías desde el mediodía, incapaces de encontrar salida a su angustia de residir en un lugar que no cubre sus expectativas residenciales a plena satisfacción.
Recuerdo aquel slogan de “la ciudad donde nadie es forastero” y a veces me tienta afirmar que veo lo contrario “la ciudad donde nadie es de aquí”. No lo digo por xenofobia o rechazo al forastero sino porque se palpa que andamos dispersos, despistados como ciudad y faltos de objetivos comunes; ni siquiera hemos llegado a la dispersión en taifas por urbanizaciones, simplemente no hay nada que forme cuerpo social a pesar del número de vecinos pues se ha perdido el sentido de pertenencia y arraigo hacia un lugar que, en el fondo, es el pegamento social que da cohesión a una ciudad.
   La vieja sociedad civil orpesina, que no era muy fuerte y no fue capaz de coger el timón de su propio desarrollo, desaparece por razón biológica y bajo el peso numérico de lo sobrevenido en 2ª residencia o en fuerza laboral atraída por el boom, y Oropesa sigue con otra paradoja: tiene más población pasiva (laboralmente) que activa (ocupada o no) , diferencia en forma desproporcionada e insalvable como para asegurar que alguna vez podrá tener su propio dinamismo social y económico por si sola como ciudad. Asusta pensar en lo que ocurrirá  cuando el envejecimiento natural adelgace el censo sin remedio.
Seguimos obnubilados (ofuscados y deslumbrados)  con una sola opción de aparente salida laboral basada supuestamente en Turismo, que realmente siempre fue búsqueda de cantera de compradores para una exhaustiva fiebre inmobiliaria. Nunca hubo turismo como industria ni como destino, fuera de la 2ª residencia y de la hostelería local, más del sector elemental de bares y restaurantes que de hoteles, acrecentada por gran cantidad de sobrevenidos al calor de la temporada estival, que lo necesita no como fuente supletoria de ingresos sino de supervivencia ya que, con la propia población residente, el nicho de venta a lo largo del año es insuficiente por su escasa potencialidad de consumo y gasto. La crisis es de campeonato porque se la ve diferente a las supuestas crisis anteriores, en las que bastaba esperar a que pasara porque no hay mal que 100 años dure pero tampoco hay cuerpo que aguante tanto tiempo solo con esperanza y confianza en el porvenir.
   La nueva paradoja de Oropesa es que, agotada la veta laboral del sector de la construcción, paralizadas ventas y promociones, muerta cualquier otra opción y por seguir dependiendo todo del aluvión poblacional de temporada, aparece el paro como problema aunque ya habíamos dicho que los laboralmente activos eran infinitamente menos que los vecinos pasivos, en una supuesta ciudad de solo 10.000 residentes. (conocimos el Destajo y el pluriempleo, el no me compensa y para eso prefiero quedarme en casa, ponte en cola si quieres y si no ya sabes, ...pero eso era antes de lo que hoy nos amenaza)
La sociedad civil es incapaz de crear empleo sin posibilidad de escapar fuera del único camino posible, controlado por el gestor comunal (ocurre en muchos sitios además de aquí) y como el empleo ya depende en su mayor medida no de la iniciativa privada y emprendedora sino del entramado oficial a través del empleo público, bolsas de trabajo coyunturales, subvenciones, contratas y planes de … el resultado es triste por ver el drama que se está gestando y las pocas imaginativas soluciones que se oyen por todas partes basadas en eventos, conciertos y festivales u otros medios de actividad productiva siempre relacionados con el consumo nunca con la producción de bienes, medidas que nunca nos sacaran de la coyuntura de no encontrar una salida permanente que de un retorno de riqueza circulante a la ciudad.
Diagnosticar es separar síntomas de causas para averiguar la enfermedad que se padece, tarea posterior al análisis de la información disponible separando lo que se ve de lo que avisa que hay tapado en el fondo como problema a resolver, y solo aceptando que no se llega a ciudad por el simple acumulo de casas y gente, se puede intuir lo que hace falta para salir del trance o callejón sin salida.

lunes, 2 de julio de 2012

Más que seudónimo, Perupalo es acrónimo de mi propio nombre, ya que por aquello de los nuevos tiempos hoy es usual identificarse, y esconderse a la vez, así, casi oculto como apodo, mote o disfraz anónimo, en este mundo de redes y electrónica cuya moda o costumbre ha sustituido las corteses y viejas formas de identificarse en la relación directa del trato entre personas.


  Por el método de ensayo y error (hacer y corregir para volver a hacer y aprender), pretendo iniciarme en este mundo del Blog donde exponer y divulgar mi afición por la historia local de Orpesa/ Oropesa del Mar, con el ánimo de compartirla y lograr de paso cierta higiene mental que me ayude a reconciliarme con el presente.
  Pongo OrpesaOropesa porque, haciendo abstracción de que los dos nombres son oficiales y de correcto uso, de pequeño fue Orpesa el nombre de mi localidad natal que más oí en mi entorno familiar. No hay exclusión ni guerra idiomática en mi usar a veces Orpesa por Oropesa, menos aun de matiz político o ideológico en preferirla como titular de este rincón, pues no tengo fobias ni filias al uso del topónimo indistintamente, sea en valenciano o en castellano.

 
Nací aquí, y no por casualidad, en 1953, poco antes de esa foto mía en plan nudista precoz, desnudo, pero con sombrero, que pongo de cabecera titular y la Oropesa de Perupalo era como se ve en la foto que pongo al pie.      
  Crecí en aquella Oropesa que no sabía de Banderas azules en playas ni de socorristas, que no distinguía entre veraneante y turista porque entonces los veranos y las temporadas eran otra cosa.      
  Conocí un paisaje (La Villa agrícola de Oropesa en aquel entonces era sobre todo un Paisaje y no un Destino turístico) que no se humanizó con farolas y miradores o paseos, ya sean asfaltados o peatonalizados, sino con personas a las que se llegaba a conocer, reconocer, y tratar.
  Sin saber  idiomas, por sus risas y algarabía, los niños distinguíamos un francés de un inglés o alemán, cuando los oíamos en sus largas veladas noctívagas; Extranjeros los había cada año, sin agencias ni travel-tours, ni info-tourist ni nada, aparte del autobús de las 8 de ida y regreso a las 14, el tren correo (solo dos, llamados:sevillano y lígero)  y el camión del ordinario para encargos de paquetes a la capital; no eran tiempos de ferias, expos o stands, ni otras gaitas industriales del actual mix turístico-inmobiliario como marca-paraguas, slogans guay y concursos de rifa-regalar coches por venir a comprar (a diferencia de los tiempos de ahora, estos guiris eran más turistas que Arbeiter) ya que aparecían solos y por su cuenta, riesgo y voluntad, sin que supiéramos el cómo ni el por qué venían a Oropesa. 
  Eran tiempos pioneros tan primitivos que, a falta de grifos de agua dulce potable a pie de mar, nos llevábamos la arena y salitre con la propia piel y toalla hasta lavarla en propia casa de cada cual; arena playera que, como las algas,se iba y venía de la Playa con los temporales naturales, sin necesidad de meter dinero comunal en perfeccionar-remendar a la Naturaleza, no era preciso acarrear tierra de un lado para ponerla en otro, sembrar de escombreras y cascotes el término municipal ni hormigonar (de cemento no de hormigas) el mundo pisable (de pisar no de orinar) para acabar con todo el suelo fértil cultivable, no se roturaban montañas creándoles calles por cimas y laderas además de asfaltar toda senda o camino con la excusa de los cortafuegos. 
   Tampoco era vital para poderse ganar la vida en Oropesa el que viniera todo el mundo mundial "a visitarnos" como las golondrinas "Tío Gilito" de verano, para muchos vecinos el invento del turismo era gozosa excusa para viajar sin salir de casa y tan solo era un complemento supletorio de ingresos, bastaba con la alegre novedad  de quien aparecía por aquí y el apaño de los que repetían al año siguiente reservando el mismo bungalow. (Aprendimos idiomas con lo de On Parle, we speak, Zu vermieten, à Louer, Chambre, Room, y todo el macarrónico spanglish que se usaba por lengua franca para tirar los tejos)
 No se precisaba mucho incentivo para gozar del Verano, solo tiempo libre y predisposición, no era pensable ni tener que sacar agua del suelo para poder cimentar edificios ni desalar la del mar para beberla ¿...?, no era costumbre ducharse obsesivamente o regar jardines de verde tropical sino que el agua se precisaba para luchar contra la sequía y el secano, por el proceso de regar campos agrícolas productivos.    
 Nadie se planteaba praderas de golf, generar-regenerar espigones, u otras artificialidades, para crear unas playas ya de suyo existentes con sus propios arenales, dunas y vegetación a pie de mar. El concepto Mar abarcaba algo más que la playa con paella y el concepto campo no sabía nada de eso de urbanizable más allá de algunos Campings que, por cierto, influían beneficiosamente en el comercio local.    
  No se colocaban piscinas al lado del mar y el concepto "la fresca" era pura tertulia vecinal sobre la acera, aprovechando la brisa que entraba en el pueblo sin obstáculos corta-vientos de gran altura. El Sol y el calor, se combatía sin aparatos de aire acondicionado y las neveras de hielo aun existían junto a sombras, persianas y cañizos o emparrados.
  La vista panorámica era preciosa y natural, libre y de disfrute general, desde todas partes, los "con vistas al mar" se obtenían desde cualquier lugar sin necesidad de comprar un apartamento para ello (casi siempre con solar vacío sospechoso delante del balcón sin avisar de 2ª fase en proyecto)  y debo decir también que el "con vistas al pueblo" era algo siempre posible desde la misma orilla del mar pues el murmullo de la aglomeración bañista se oía a distancia de forma natural como algo humano.
  Sin otro socorrista-vigilante de la playa que la prudencia del sentido común, el consejo de los mayores y la regañina familiar, no era preciso mirar el color de la Bandera de peligro sino el del agua y el del oleaje. No se reservaba sitio para tumbona o sombrilla, solo había alguna caseta playera para cambiarse de ropa y las barcas varadas en la playa o el merendero estival de cañizo para obtener una refrescante sombradespués vino lo que hay y hay lo que hoy se ve, aunque no se quiera ver de igual forma por todos los que la miramos.
  Cuestión de gustos y añoranzas. Cuestión de aciertos y desaciertos que dejo al campo libre de la opinión de cada cual, porque yo solo quiero recordar para compartir aquí lo que viví y gocé en el paisaje de mi memoria, que se compone de Pueblo y Playa porque las dos cosas existían, casi de espaldas, separadas por la vía del tren pero existentes diferenciada y quizá complementariamente entre sí.
   Paisaje y Paisanaje singular, apreciado de boquilla por muchos, recordado por pocos, añorado por casi ninguno e ignorado por la mayoría de todos los que hoy pasan por ser de aquí (venimos desde siempre, lo menos desde hace...). No es nostalgia ni lamento, solo voluntarioso recuerdo para que no muera por olvido lo que ya murió por obra y gracia (¿conveniencia?) de todos.
  Aquella Orpesa no volverá nunca y hasta su relato desaparecerá enterrado bajo la indiferencia del presente y el eufemismo de un futuro, siempre prometido, tantas veces ajeno a nuestra voluntad y deseo, planeado siempre por otros pero involucrando nuestras cosas y atropellándonos por el bien común de los demás (que son siempre ellos, su parroquia y sus fines). Futuro futurible, indigerible por descomunal, que pronto será tan obsoleto sueño del pasado como nosotros mismos, que ya lo somos en esta vida de cuerpo presente.
A veces convendría, por higiene mental, no dejarnos sucumbir ante el presente y reflexionar. Sobre todo como auto defensa mental en reacción ante las realidades virtuales o sugerencias de presentación de tanto reclamo ferial, frases y tópicos comunes, que nos ponen como zanahoria ante el burro de la noria, para mantenernos anestesiados en la ansiedad de desear siempre lo que no tenemos, como si el poseer cosas fuera la única gasolina del espíritu.
  Hay que mostrar ya público hastío ante tanto esfuerzo lúdico festero que cansino, con dinero comunal (nuestro y de todos) , nos incordia el descanso y aturde el goce residencial hasta colmar el calendario anual de ruido y eventos, como si la vida humana fuera solo plantearle a uno la senda de gastos y ocios, un obligado plan de incentivos motivadores de consumo porque hay que gastar para que otros puedan ganar, y más aun, no perder tiempo ante el tonto vocinglero que nos detiene preguntándonos bobaliconamente en su tiempo libre vacacional: ¡Oiga! Aquí, ¿qué es lo que se puede ver o hacer?
   Decirle simplemente que no confunda su ocio personal y descanso con el negocio ajeno: La caducidad y la frustración o el vaivén de planes y proyectos es algo consustancial a la vida de personas y cosas; con el tiempo hasta el recuerdo de lo bueno se difumina si no se guarda y cuida con mimo en el mismo instante que nos sucede.


Vista aerea de Oropesa (Castellón) años 50 al 60 del siglo XX






































































































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