viernes, 28 de octubre de 2016

día de animas o difuntos

  Hablar (recordar) de difuntos está bien pero culturalmente prefiero llamarlos animas (almas) pues me reconforta la idea de tenerlos como presentes “en algún lugar”. Creencias personales aparte, la forma de afrontar la muerte por una sociedad es un indicador del grado de su civilización y cultura. Actitud ante la muerte, con su duelo y rito, que nos diferencia de la manada indiferente pastando donde segundos antes los depredadores les cazaban y comían. Corren tiempos discotequeros donde todo se difumina bajo decibelios, alcohol y aturdimiento juvenil consumista tipo jalogüin o halloween y se nos olvida como fue el pasado de cuando esta foto de un entierro en la Oropesa de los 50. Tiempos de sonar campanadas a muerto (distinto repique para hombre o mujer), de velatorio más que de tanatorio, de plañideras y pésames, de familia acompañada por el vecindario, de honras fúnebres, de luto y duelo, de viatico y extremaunción a domicilio con el cura asistiendo al moribundo, de cera e incienso. Tiempo para la más mínima reflexión sobre la vida y el final inexorable del que nadie escapa y (por ahora) nadie vuelve. Lapidas y estelas con su Memento Mori- R.I.P. ó DEP-  epitafios como el antiguo romano Sit tibi terra levis (que la tierra te sea leve) al Aquí Yace, o In Memoriam- No te olvido en deseo de pervivir al menos en el recuerdo de tus contemporáneos aunque no sean familiares a veces con alguna perorata-sermón del tipo “Detente caminante” buscando público lector que se aplique la moraleja. En fin toda una envoltura real costumbrista muy lejana de los caramelos, la calabaza y el disfraz morboso si bien es cierto que siempre hubo tradiciones gastronómicas y lúdicas como el boniato asado, los huesos de santo de mazapán o el torró de gat como tradicional y típico guirlache, además de farolillos de difuntos con melones o sandias sin nada que ver con la terrorífica calabaza ni otros postizos “gore” tan macabros o fuera de lugar, como si hablamos del entierro de la sardina carnavalesco o eso tan bobo de estrenar D. Juan Tenorio por esas fechas.


La foto del archivo familiar de Norberto Segarra nos muestra un funeral de mujer al trasladar el féretro desde su domicilio a la Iglesia parroquial (posiblemente la suegra del Alcalde Vicente Borrás Llorens pues se le ve en el sequito corporativo que incluye al sargento de la Guardia Civil), es la esquina de Leoncio Serrano con calle Castellón y junto al párroco  D. Juan  Bayarri van otros dos oficiantes y escoltando a la difunta se observan mujeres con una cinta que deben ser compañeras de cofradía de la difunta a tenor del escapulario dorsal que se observa en una de la acompañantes.. Calles sin asfaltar de una Oropesa agrícola y rural, lejos de connotación turística de puente vacacional y estas zarandajas de tendero que ya ha conseguido llevar la Navidad al 8 de Diciembre. Mamas que entontecéis niños con hadas, brujas y calabazas nunca evitareis que la propia vida os los espabile y dejen de creer en Reyes Magos a partir de cierta edad.

sábado, 22 de octubre de 2016

Desamortizacion de bienes parroquiales en la Oropesa del XIX

Josep Lluis Romero me transmite amablemente una reseña del libro de Vicente Borja DosdáLa desamortización eclesiástica del clero secular en la diócesis de Segorbe-Castellón” editado por la Diputación de Castellón en 2013, donde nos refiere a una venta del año 1864 ocurrida en Oropesa de 2 huertos en pública subasta. Los huertos sitos en partida Baix la Vila (zona cultivable entre mar y casco urbano al sureste) son de 160,82 y 459,99  áreas de superficie, inventariados con nº 670 y 669 de entre otros y que en una relación figuran como bienes desamortizados a la Parroquia de San Jaime de Oropesa los cuales da noticia que fueron cedidos por 3650 reales a D. Francisco Vaquer de Castellón y 5000 reales a D. Bautista Martínez de Oropesa, como rematantes (postores adjudicatarios) de la subasta. O sea eran, terrenos parroquiales que se enajenaron y privatizaron en el XIX a consecuencia de eso llamado Desamortización.
    Por más que en 1864 la villa de Orpesa no pertenece a la diócesis de Segorbe-Castellón, pues hasta 1964 se integra en la diócesis de Tortosa, cabe agradecer que se incluya este dato en este libro, quizá porque todo se gestionó burocráticamente desde Castellón, pues nos resuelve una incógnita histórica por esclarecer como es la Desamortización en Oropesa ya que a falta de conventos y otras relevantes posesiones eclesiásticas en tan pequeño lugar solo sabíamos la existencia de unas tierras agrícolas, llamadas de la Virgen, que a lo largo del XVIII le rentaban ingresos al cura párroco mediante arrendamiento de su cosecha y cultivo. Hay noticias notariales desde al menos entre 1786-1792, donde de consuno por el cura y alcalde, además de algún otro regidor, en calidad de administradores de la Parroquia de San Jaime se alquilan por varios años a particulares las suertes tituladas de la Virgen, tierra de pan y algunas algarrobas, sitas en el termino de Oropesa y Partida Debaxo la Villa (Baix la Vila) lindantes con Antonio Albella y Carlos Llorens…”después dejamos de tener noticia de estos terrenos quedando la incógnita del que pasó con ellos y su exacta ubicación.


    Aunque la desamortización es un largo proceso histórico, económico y social iniciado por Carlos III allá por 1766, que siguió con Godoy sobre 1798, y que aun siendo más conocida la de Mendizabal sobre 1836 no fue esta la definitiva ni concluyente en sus resultados buscados; por la Desamortización se pretendía sacar al mercado y obtener dinero para el Estado mediante expropiación y posterior subasta de los bienes poseídos por las llamadas manos muertas  (Iglesia y Órdenes religiosas) aunque también buscaba incluir tierras baldías comunales. Quizá Orpesa salvó sus pastos del bovalar por ser privativos del Barón el Conde de Cervellón pero a la vista del dato de esta venta de 1864 nos pone en la pista de que la desamortización eclesiástica que si afectó a Oropesa fue la auspiciada por Madoz en 1855 y quizá afectada por disposición de 1862 con su catalogo de montes exceptuados.

Tenemos aquí que las tierras de la parroquia que se reciben por herencias o donaciones de sus feligreses pasan a particulares y sus nombres resultan curiosamente familiares: el apellido Vaquer de Castellón nos coincide con uno de los apellidos de 1589 y el Bautista Martínez me inclino a relacionarlo con el casado con Vicenta Albella (+1900) pues aunque natural de Almazora reside en la localidad. Todo un reto para indagar e investigar para quienes amen la historia local.