Hablar (recordar) de difuntos está bien pero
culturalmente prefiero llamarlos animas (almas) pues me reconforta la idea de
tenerlos como presentes “en algún lugar”. Creencias personales aparte, la forma
de afrontar la muerte por una sociedad es un indicador del grado de su civilización
y cultura. Actitud ante la muerte, con su duelo y rito, que nos diferencia de
la manada indiferente pastando donde segundos antes los depredadores les
cazaban y comían. Corren tiempos discotequeros donde todo se difumina bajo
decibelios, alcohol y aturdimiento juvenil consumista tipo jalogüin o halloween
y se nos olvida como fue el pasado de cuando esta foto de un entierro en la
Oropesa de los 50. Tiempos de sonar campanadas a muerto (distinto repique para
hombre o mujer), de velatorio más que de tanatorio, de plañideras y pésames, de
familia acompañada por el vecindario, de honras fúnebres, de luto y duelo, de
viatico y extremaunción a domicilio con el cura asistiendo al moribundo, de
cera e incienso. Tiempo para la más mínima reflexión sobre la vida y el final
inexorable del que nadie escapa y (por ahora) nadie vuelve. Lapidas y estelas
con su Memento Mori- R.I.P. ó DEP-
epitafios como el antiguo romano Sit
tibi terra levis (que la tierra te sea leve) al Aquí Yace, o In Memoriam- No
te olvido en deseo de pervivir al menos en el recuerdo de tus
contemporáneos aunque no sean familiares a veces con alguna perorata-sermón del
tipo “Detente caminante” buscando público lector que se aplique la moraleja. En
fin toda una envoltura real costumbrista muy lejana de los caramelos, la
calabaza y el disfraz morboso si bien es cierto que siempre hubo tradiciones
gastronómicas y lúdicas como el boniato asado, los huesos de santo de mazapán o
el torró de gat como tradicional y
típico guirlache, además de farolillos de difuntos con melones o sandias sin
nada que ver con la terrorífica calabaza ni otros postizos “gore” tan macabros
o fuera de lugar, como si hablamos del entierro de la sardina carnavalesco o
eso tan bobo de estrenar D. Juan Tenorio por esas fechas.
La
foto del archivo familiar de Norberto Segarra nos muestra un funeral de mujer
al trasladar el féretro desde su domicilio a la Iglesia parroquial
(posiblemente la suegra del Alcalde Vicente
Borrás Llorens pues se le ve en el sequito corporativo que incluye al
sargento de la Guardia Civil), es la esquina de Leoncio Serrano con calle
Castellón y junto al párroco D.
Juan Bayarri van otros dos oficiantes y
escoltando a la difunta se observan mujeres con una cinta que deben ser
compañeras de cofradía de la difunta a tenor del escapulario dorsal que se
observa en una de la acompañantes.. Calles sin asfaltar de una Oropesa agrícola
y rural, lejos de connotación turística de puente vacacional y estas zarandajas
de tendero que ya ha conseguido llevar la Navidad al 8 de Diciembre. Mamas que
entontecéis niños con hadas, brujas y calabazas nunca evitareis que la propia
vida os los espabile y dejen de creer en Reyes Magos a partir de cierta edad.